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Mexico City - 31 may 2013

Ayer pasé la tarde en un penthouse en el centro de la ciudad, en una cena para festejar el matrimonio por lo civil de mi cuñado ( en México hay matrimonios con valor legal, y otros religiosos). En camino a la casa, mientras los controles del nissan tida tienen su pantalla LCD opaca que me permite ver hora y similares, me quedé pensando en los problemas “fuertes” que esperan a la pareja. Por cuestiones del horario no vi a ninguno de los compañeros de trabajo del novio, así que en el roof garden estuve con mi esposa y mi familia política. Del lado de la familia de la novia vi unas ganas de salir adelante pase lo que pase, y del lado del novio, certeza, pero menos impulso.

En los libros de Castaneda no vi por ninguna parte ambición sana , y muy poco pesimismo pero sí fatalismo. Por lo general sin motivo. En mi trabajo por varias razones, desde hace años he tenido que soportar a jóvenes de 20 a 30 años, desde que tenía 19. Por lo general todos los jóvenes prepotentes y ambiciosos, de cualquier sexo, se caracterizan por no ser medianamente eficientes o efectivos.

Así que por lo general, en mis empresas cuando debo contratar o entrevistar gente, por el tipo de puesto suelen venir personas de 20 a 30.Desde el 97 que hago estas entrevistas, la gente no cambia. Muchos de ellos sin idea para el puesto que aplican. A veces he visto consultores, generalmente mujeres, dispuestas a trabajar duro pero pierden el objetivo. Algunas deseosas de salir de su casa, trabajan como locas, lo que en principio no es malo, pero no hay estrategia. No se dan cuenta que podrían renunciar a la red de seguridad que les da su familia y al desapego que les da estar en proyectos, y simplemente, ser.

Hace unos años , en una entrevista a un trabajo que me ofrecieron, una persona me dijo en esa entrevista, tienes el perfil perfecto y la experiencia, pero no eres ambicioso. Suerte.

Hay una diferencia muy grande entre el arribismo material y la independencia económica. No soy de esos que traen consigo un iphone y se la pasan con el 20 horas del día. Uso el coche cuando debo usarlo. La independencia económica para mí es desde hace veinte años tener mi propio techo y poder ir al supermercado. Acumular poder o tratar de hacerlo, las luchas políticas en las empresas no me interesan más allá del nivel de supervivencia.

Sin embargo, en el Nagualismo de Don Juan se describen a personas sin ambiciones, pero sin independencia personal o financiera. Normalmente sin objetivo o razón de ser. Tampoco se ven principios morales de ningún tipo. Tampoco tienen los miembros de los libros de Castaneda la capacidad de actuar de manera independiente. No tienen el impulso para remontar situaciones adversas, solo fatalismo.

En México tengo contacto desde hace unos veinte años con grupos de danzantes (aclaro, no participo con ellos), y a su vez he visto caminos corruptos por falta de aguante o por ambición desmedida. Ninguno de ellos del Nagualismo.

He visto grupos seudoreligiosos, o sectas como la que lleva años tratando de acceder a mis bienes personales, pero todos tienen el mismo problema. Oscilan entre el fatalismo y el arribismo.

Con el paso de los años he entendido lo que me decían los hombres sabios. Ver a futuro. Pelear las batallas del futuro.

Veo el futuro de varias de las personas de la boda. De personas de la empresa que dirijo, de empresas de clientes a los que voy. Solo uno de cada veinte tiene futuro. No considero futuro al éxito que permite comprarte iphones, pero que te obliga a salir de tu casa porque no la aguantas, o a no salir porque no tienes dinero.

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